Patrimonio de Federico CantúParte I
Ernesto Lozano
http://www.razon.com.mx/spip.php?page=columnista&id_article=78200
Al Dr. Norman Javier Narváez Hospital General de
México
Federico Cantú es de los pintores más completos de
México y uno de los poseedores de la iconografía más exacta sobre los mitos
aztecas, toltecas, zapotecas, mixtecas; similar a la expresada por el maestro
Diego Rivera en sus murales, sus lienzos y en sus grabados.
Aún más, es considerado el mejor
grabador de México. Le dio identidad al Instituto Mexicano del Seguro Social
(IMSS), con las esculturas sobre nuestra Madonna, y es quien nos representa con
pintura sacra en el Vaticano durante el siglo XX.
Por cerca de una década (1924-1934) realizó viajes
por regiones de Europa y de los Estados Unidos. Exhibió por vez primera en el
Exposition Park Museum de Los Ángeles, California, en 1929, y tomó parte en
diversas exposiciones colectivas en Nueva York y Filadelfia, donde se presentó
su trabajo al lado del de Diego Rivera, Montenegro, Mérida, Rufino Tamayo.
Regresó a México en 1934 y formó parte de la llamada Escuela Mexicana de
Pintura.
En noviembre de 1938, Cantú se instaló en Nueva York,
en el 355 East 50 St., en el Greenwich Village, junto al atelier de su maestro
de escultura, José De Creéft. En 1943 ingresó como maestro a la escuela La
Esmeralda junto con los más grandes pintores del siglo XX. Dos años después
empezó a trabajar la punta seca con Carlos Alvarado Lang. Ese mismo año
viajó a los Estados Unidos para impartir clases en la Universidad de
California.
El contenido histórico y
religioso de su trabajo fue desarrollado a través de una técnica de dibujo de
excelente calidad que surgió tras su transitar en la Grande Chaumière y
la Acadèmie Colarossi en la década que pasara en París. La mayoría de la
obra del atelier de Montparnasse en la nación parisina fue destruida en la
Segunda Guerra Mundial.
Fue hasta la década de los años 40 cuando inició su
carrera como muralista. Diez años después se dedicó a la pintura mural. En 1960
empezó a producir relieves y escultura emblemática a petición del Instituto
Mexicano del Seguro Social.
Creó su último monumento en 1988, a la memoria de
Alfonso Reyes. Cantú transitó paralelamente junto con los más grandes críticos
y poetas de la época: Renato Leduc, Luis Cardoza y Aragón, André Breton,
Antonin Artaud, MacKinley Helm, José Moreno Villa, Alí Chumacero y, por
supuesto, Alfonso Reyes, quien expresó del pintor: “surgió hijo de sí mismo, su
obra aviva el afán prehispánico, la flora, la fauna, el paisaje y la simbología
mitológica y religiosa. Pero sobre todo recrea el universo cultural que cultivó
a lo largo de su vida”.
Existen muchas leyendas en torno al maestro Cantú.
Una refiere al muchacho que siguió la escuela de Barbizon en Coyoacán con
Alfredo Ramos Martínez. Otra alude al muchacho achichincle del maestro Diego
Rivera, que muele colores de varios pigmentos, para los frescos de la
Secretaría de Educación Pública. Una más refiere el transitar de un joven
pintor que durante una década convive en Montparnasse con Breton, Artaud,
Foujita, Zadkine De Créeft, Picasso, Miro, Man Ray, Gala, Vrieshka, Kiki de
Montparnasse.
Hablamos sobre un Cantú que se integró a la Escuela
Mexicana de Pintura y que expuso en el MOMA en la Tate Gallery, uno de los
artistas fundadores de la Perls Gallery y que fue visitado por Rockefeller. Un
Federico Cantú que fincó su grandeza en monumentos, universidades y edificios
públicos, sacros y privados por toda nuestra nación.
La Razón conversó en exclusiva con Adolfo
Cantú, albacea de la obra de Federico, quien fuera su abuelo.
¿Cómo se logra recuperar la obra del maestro Federico
Cantú? Al fallecer el maestro queda como albacea de la obra
su hermano, pero las cosas se fueron complicando... Al morir mi abuelo, el
último domingo de enero de 1989, el albacea no hace la denuncia testamentaria
que incluía la fortuna de Federico que ganó gracias a su producción artística,
al saber esto, nos centramos en salvar su riqueza artística. Si el dinero se
tenía que perder que se perdiera, pero era necesario poner a salvo la obra,
pues no existían inventarios. Pedí asesoría y recurrí al despacho Goodrich
Riquelme, sin tener idea de cuánto podía costar una sucesión testamentaria, más
cuando se trata de obras de arte. Éramos siete familias interviniendo por quedarse
con la obra, El proceso duró aproximadamente cinco años, tiempo durante el cual
nos vimos imposibilitados de promover la obra del artista.
¿Qué sucedió durante ese tiempo?
Decidimos sacar un primer libro sobre la obra de Federico Cantú, financiado por
BANPAÍS y firmado por CONACULTA como investigación. Hasta ese momento no
existía libro alguno a la venta. Mi abuelo atesoraba todo lo que producía, él
imprimía sus grabados y era lo que vendía. Los óleos los acumulaba como loco, a
tal grado que el inventario superó las 15 mil piezas en pintura, escultura y
proyecto mural al momento de su muerte. Federico Cantú trabajó todas las
técnicas: dibujo, cafeína, carbón, todo lo imaginable en un artista. Él nunca
se separó de su colección de tintas de París.
¿Qué obras importantes y en qué lugares podemos
encontrar parte de la producción del maestro Cantú? En
1957 (año en que muere Diego Rivera), mi abuelo recibe el encargo de hacer en
la universidad de UIC un mural sacro, justo después de terminar el mural Los
informantes de Sahagún en la Pinacoteca Virreyna. En el Museo Regional de
Morelia ya contaba con Los Cuatro Jinetes del Apocalipsis. En 1958,
durante el 150 aniversario de nuestra Independencia, creó La unidad
Independencia, por aquel tiempo le encargaron todo lo que tiene que ver con el
IMSS: La tira de la peregrinación azteca en el Centro Médico Siglo XXI,
Enseñanzas del cura Hidalgo en Guanajuato, y todas la madonnas de esa
institución, La Purísima en la Universidad de Nuevo León.
¿Cómo fue de significativo el paso de Federico por
París y esa relación especial que siempre sostuvo con Francia? De
1924 a 1934 convivió con todos los grandes de Montparnasse. En el mismo
edificio donde él vivía estaban Man Ray, Joan Miró, Tsuguharu Foujita, amigo de
Diego y novio en ese entonces de Kiki de Montparnasse. Todos allegados a
Modigliani, Joaquín Peinado, Picasso, Ginés Parra, Julio González, Bretón,
Eluard, Ernest Hemingway, Lino Espilimbergo y los cubanos Wilfredo Lam, Mario
Carreño y Carmelo González —quien después expone en México entre los años 34 y
36 en la Galería de Inés Amor, hoy Galería de Arte Mexicano, la más
representativa galería de México—. En México, Cantú recibió al “poeta maldito”,
Antonin Artaud y trajo al nuevo grupo de franceses para realizar aquí la
primera exposición surrealista.
Hasta aquí la primera parte de dos de esta columna
sobre el gran artista mexicano de quien la crítica Raquel Tibol dijo, “Cantú es
el gran olvidado”.
Federico Cantú
1907-1989
Pintor, grabador, escultor
Estudios: arte en las Escuelas de
Pintura al Aire con Ramos Martínez
Parte de su legado: Enseñanzas de
Quetzalcóatl Enseñanzas del cura Hidalgo Tira de la peregrinación azteca Cristo
muerto Cuatro jinetes del Apocalipsis El triunfo de la muerte Zapata, Tierra y
Libertad Leda y el cisne Monumento a Alfonso Reyes
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De Federico Cantú hay
tanto que escribir y que decir; pues fue un pintor , grabador , ilustrador,
escultor , orfebre y decorador que practico el arte religioso y profano siempre
a la altura de las mas nobles circunstancias con un exquisito sincretismo
pagano y modernista de fino humor.
Federico Cantú 1907-1989
Mixta sobre tela
Desnudo del Acueducto 1984
Colección F Cantú F
Zedillo y Fox desdeñaron arte de Cantú Parte II |
A todas las amistades que me facilitan una
franca recuperación
Federico Cantú se levantaba con una taza de café y
se forjaba sus propios tabacos mientras platicaba cada día, tenía colecciones
de pipas, era una constante fumar mientras trabajaba, cuando recibía visitas,
entonces grababa, no dejaba de grabar mientras conversaba. Federico siempre
comía a la 1:15 de la tarde, como un reloj, después de comer tomaba una
siesta de veinte minutos y seguía trabajando, en alguno de los cuatro
caballetes con obras disímiles, mientras las dejaba secar, a las 8 de la
tarde era su momento para cenar, después leía convulsivamente. La música no
paraba de reproducirse en su casa; era un leit motiv sentirse envuelto
por esas piezas barrocas que tanto disfrutaba.
Federico Cantú (Cadereyta de Jiménez, Nuevo León,
1907 – 1989, ciudad de México), contaba que inició su carrera mural en los
pizarrones de la escuela viviendo en San Antonio, Texas. Fue un artista
pleno, que utilizó todas las técnicas posibles, desde la sanguina, la tinta,
el carbón, la acuarela, el óleo, la escultura, el grabado, la punta seca, el
buril y el temple. Era un gran admirador de los clásicos, por lo que en su
momento pintó con la técnica del temple utilizando pigmentos y huevo. Cantú
también era fiel seguidor de la música barroca, sus autores preferidos eran
Georg Friedrich Händel y Johann Sebastian Bach, de ellos pintó obras como el Oratorio
de Navidad, Susana y los Viejos, El Mesías, Quinteto, Orfeo, El Retorno de
Ulises, Apolo y Dafne, entre otras.
En 1986, la exhibición homenaje, Federico Cantú.
Ciclos y Reencuentros fue presentada en el Palacio de Bellas Artes.
Sus obras pueden visitarse actualmente en la Ciudad
de México en la Colección BANAMEX, en la Colección ING, en el Museo de Arte
Moderno (MAM), en el Museo Blaisten, en las colecciones Cantú y de Teresa, F.
Cantú Fabila, en Nuevo León en el Mune, en el Museo de Linares, en el Museo de
Historia, la Pinacoteca y la Universidad de Nuevo León.
Continuamos conversando en exclusiva para La Razón,
con Adolfo Cantú, nieto del maestro Federico Cantú y albacea de su obra.
¿Qué pasa con determinados grandes artistas que están
olvidados en México? Ha pasado con varios grandes artistas
en México, aparte de mi abuelo ha sucedido con Roberto Montenegro a quien en
este año se le hace un homenaje, le ganó una beca a Diego Rivera, y nunca lo
perdonaron, lo de Montenegro fue de principio a fin de su vida que estuvo
marginado, mi abuelo supo convivir con la “mafia” cultural de ese momento, se
llevaba bien con Diego, no era esclavo de Diego en el sentido de decir “si el
maestro tiene los valores, hay que asumirlos”, Diego Rivera en actitud de
choteo le llamaba a Federico Cantú el Picasso de los pobres, los dos
venían a la par, los mismos precios de Diego eran los de mi abuelo, ambos
estuvieron a partir de 1939 en las tres grandes escuelas del siglo XX, la
Escuela de París (1924-1934), la Escuela de Nueva York ( 1937-1942) y la
Escuela Mexicana de Pintura, a la que perteneció durante toda su vida. Federico
vivía perfectamente en esos tiempos en Nueva York, expuso en las dos más
importantes galerías, la Perls Gallery y Macy´s Gallery, en el MOMA y en el
Philadelphia Museum, al igual que el pintor Mario Carreño, quien también desde
ahí era ampliamente reconocido. Al instalarse la Escuela de Nueva York, los que
no se naturalicen “gringos” comienzan a ser excluidos y “van patrás”, aunque
Federico había crecido en su infancia durante la Revolución en San Antonio,
dijo, lo peor que puedo hacer es ser “gringo”.
¿Es por eso que Federico se regresa a México? Así
es, Federico se regresa de nuevo a México trayéndose consigo a un notable
coleccionista que es el encargado de llevar las obras a todos los museos de los
Estados Unidos, el Dr. Mackinley Helm, que es el primer especialista en arte
mexicano. El Dr. decide financiarle dos proyectos a Cantú, uno para San Miguel
de Allende y el otro para Los Angeles, siempre ellos llevaron una muy buena
amistad.
¿Cómo entra tu abuelo a las grandes colecciones que
se estaban formando en México? Licio Lagos fue uno de los importantes
coleccionistas en México, su colección se dividió al final, una parte la
integran la Colección Banamex y, la otra, la Colección ING, (que antes fuera
América-BANAMEX). Gracias a la gestión del Dr. Mackinley, las obras de Cantú
integran ambas colecciones. Él también hizo llegar a los museos de los Estados
Unidos, no sólo trabajos de mi abuelo, también de Carlos Mérida, Zúñiga,
Tamayo, Guerrero Galván, Meza, María Izquierdo, Juan Soriano, Leonora
Carrington, Montenegro, El Corcito y Ortiz Monasterio entre otros, todo esto
junto con Inés Amor de la Galería de Arte Mexicano. Por eso Federico Cantú
aparece en todas las colecciones de arte antiguo.
¿Por qué las nuevas generaciones desconocen la obra
de Cantú y de otros grandes de la plástica de esos tiempos?
Porque todos ellos ya han muerto. La idea y todas las conexiones se perdieron,
los únicos que sobrevivieron fueron los longevos. Tamayo sobrevivió y llevaba
una dinámica más adelante al igual que Luis Nishizawa, que es de la época, y
aún lo tenemos entre nosotros. Las nuevas generaciones no tienen idea también
por la falta de difusión de las autoridades, por eso y porque mi abuelo, que
atesoraba todo, hizo tres publicaciones que nunca las comercializó. Por otro
lado, los libros de arte en México no se reeditan, se convierten en grabados
raros.
¿Qué ha pasado con la obra mural privada que realizó
tu abuelo? Para mala fortuna en la años en que gobernaba
Ernesto Zedillo, éste decide comprar la casa del Chato Noriega en la que
había unos murales de Federico, a su esposa no le gustaron esos murales y el ex
presidente decide deshacerse de ellos, entramos en esos tiempos a una
administración que no le interesó la obra de Cantú. También sucedió con la casa
de Benito Coquet, quien es el hacedor del IMSS, en cuanto a su acervo pictórico
y escultórico, los herederos de Coquet deciden también prescindir de dos
batallas en mural (La Caída de Troya y La Batalla de Tenochtitlan) que
se encontraban en esa casa, ambas de la autoría de mi abuelo. En esa ocasión
interviene el INBA y se logra que las compre Natividad González a nombre del
Estado de Nuevo León, una se va a la Pinacoteca y la otra al Museo de Historia,
además de una tercera pieza que se la queda el Museo Fundidora. La cuarta obra
mural de esta casa necesitaba un desprendimiento, un strappo, para sacarla
completa de ahí, pero el INBA y la directora de CONACULTA en ese momento, Sari
Bermúdez, se cruzan de brazos y mejor permiten derrumbar la casa perdiéndose
esa cuarta obra mural (El Quinteto de Ángeles Músicos). En el sexenio
del presidente Vicente Fox, me acerqué al Secretario de Educación para
corregirles la ausencia en la guía sobre murales que estaban preparando, de la
obra Los Informantes de Sahagún, que está en la Pinacoteca Virreynal, y
claro que se habían olvidado, pues el mural lo tienen cubierto por un plástico.
Está en el Centro de Arte Alameda y como tenían que hacer proyecciones en la
institución, pues lo tapan y las realizan sobre el mural de Cantú. En el
gobierno de Canales Clarión en Nuevo León, abandonan el mural El Flechador
del Sol, al no darle el mantenimiento que necesitaba y se pierde al
permitirse su derrumbe. Fueron gobiernos muy crueles con el arte.
¿Qué acervo dejó el maestro Federico Cantú? De
caballete y escultura hay aproximadamente 300 temas, algunas veces manipulaba
las fundiciones agregando y suprimiendo, logrando variantes sobre el mismo
tema, en el caso de los grabados también, son unas 200 placas, las manipulaba
como cuatro veces, hay placas que están muy retocadas, el grabado de La
Última Cena tiene cinco versiones diferentes, todas realizadas sobre la
misma placa a lo largo de 30 o 40 años. Él hacía eso: evolucionaba, al cambiar
de pincel, cambias de trazo, de buril. Otro ejemplo es La Mona Casandra,
que era como su Gioconda, su Mona Lisa, hay alrededor de 25
versiones diferentes de esa obra. Tenemos identificables unos 2,000 óleos,
dibujos son muchos, de la época de París hay unos seiscientos trabajos,
proyectos a su muerte tenemos la Iglesia de la Universidad Intercontinental
(UIC), ahí están el Vía Crucis, cada pasaje tenía un proyecto y a veces
hasta dos, al igual que la sección de los 14 proyectos de vitrales. Encontramos
unas ilustraciones para la edición de un libro de Renato Leduc, y en cuanto a
las Madonnas del IMSS, hay unas 60 piezas grandes, sin contar con las obras en
museos y galerías de los Estados Unidos.
Federico Cantú murió el último domingo del mes de enero de 1989 en la ciudad de México. Sus restos reposan al pie de una de sus obra maestras Dios padre y crucifixión, en la capilla de la Universidad Intercontinental en la ciudad de México. http://ernestolozano.artelista.com http://blogs.razon.com.mx/deartesvi... |
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