lunes, 1 de abril de 2019

Federico Cantú 1907-1989
Incansable la visión de Federico en torno a la mitología grecolatina
en esta imagen la Sirena aparece desafiante a Ulises intentando
doblegarlo , sin embrago nuestro héroe loga atarse al mástil de la nave Argos 
para no ser cautivado por el canto de la sirena




Las sirenas (en griego antiguo: Σειρήν Sireinhn, ‘las que atan y desatan/encadenan’, quizá relacionado con el semítico Sir, ‘canto’, y con el griego Kimaira, ‘quimera’) son criaturas marinas mitológicas pertenecientes a las leyendas y al folclore.
Figura antropomorfa creada a partir de una raya disecada y recortada. Museo de Mashhad, (Irán).
Originalmente, en la Antigüedad clásica, se las representaba como seres híbridos con rostro o torso de mujer y cuerpo de ave (similares al Ba de la mitología egipcia) que habitaban en una isla rocosa; a partir de la Edad Media adquirieron apariencia pisciforme: hermosas mujeres con cola de pez en lugar de piernas que moraban en las profundidades. En ambos casos se les atribuía una irresistible voz melodiosa con la que atraían locamente a los marineros.


Debido a esa doble forma con que se han presentado a lo largo de la historia, muchas lenguas no latinas distinguen la sirena clásica mujer-ave (inglés siren, alemán Sirene) de la sirena con cola de pez (inglés mermaid, alemán Meerjungfrau), tratándose de hecho de dos criaturas diferentes.
Distintos relatos las hacen descender de los dioses fluviales Aqueloo —una versión las hacía proceder de su sangre cuando ésta fue derramada por Heracles— o Forcis, sea sin intervención femenina o con la de las musas Estérope, Melpómene o Terpsícore, relacionadas con el canto y el baile. Su número es también impreciso, contándose entre dos y cinco. Los nombres registrados incluyen Agláope (la de bello rostro), Telxiepia (de palabras aclamantes) o Telxínoe (deleite del corazón), Pisínoe (la persuasiva), Parténope (aroma a doncella), Ligeia (empleado luego por Edgar Allan Poe para el célebre cuento homónimo sobre una mujer de mortal belleza), Leucosia (ser puro), Molpe (la musa), Radne (mejoramiento) y Teles (la perfecta). En ocasiones se les atribuye el uso de instrumentos musicales como la flauta o la lira además de la voz.
Su fama deriva principalmente del célebre episodio que protagonizan con Odiseo (Ulises) en el citado poema homérico: el héroe aqueo, durante el periplo de regreso a su patria Ítaca y prevenido por la maga Circe, pasa junto a su isla y logra salir indemne del peligro de su canto, gracias a que se hace atar al mástil de su barco mientras que el resto de la tripulación usa tapones de cera para no sucumbir al hechizo.


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