
En 1986, la exhibición homenaje, Federico Cantú.
Ciclos y Reencuentros fue presentada en el Palacio de Bellas Artes.
Sus obras pueden visitarse actualmente en la Ciudad
de México en la Colección BANAMEX, en la Colección ING, en el Museo de Arte
Moderno (MAM), en el Museo Blaisten, en las colecciones Cantú y de Teresa, F.
Cantú Fabila, en Nuevo León en el Mune, en el Museo de Linares, en el Museo de
Historia, la Pinacoteca y la Universidad de Nuevo León.
Continuamos conversando en exclusiva para La Razón,
con Adolfo Cantú, nieto del maestro Federico Cantú y albacea de su obra.

¿Qué pasa con determinados grandes artistas que están
olvidados en México? Ha pasado con varios grandes artistas
en México, aparte de mi abuelo ha sucedido con Roberto Montenegro a quien en
este año se le hace un homenaje, le ganó una beca a Diego Rivera, y nunca lo
perdonaron, lo de Montenegro fue de principio a fin de su vida que estuvo
marginado, mi abuelo supo convivir con la “mafia” cultural de ese momento, se
llevaba bien con Diego, no era esclavo de Diego en el sentido de decir “si el
maestro tiene los valores, hay que asumirlos”, Diego Rivera en actitud de
choteo le llamaba a Federico Cantú el Picasso de los pobres, los dos
venían a la par, los mismos precios de Diego eran los de mi abuelo, ambos
estuvieron a partir de 1939 en las tres grandes escuelas del siglo XX, la
Escuela de París (1924-1934), la Escuela de Nueva York ( 1937-1942) y la
Escuela Mexicana de Pintura, a la que perteneció durante toda su vida. Federico
vivía perfectamente en esos tiempos en Nueva York, expuso en las dos más
importantes galerías, la Perls Gallery y Macy´s Gallery, en el MOMA y en el
Philadelphia Museum, al igual que el pintor Mario Carreño, quien también desde
ahí era ampliamente reconocido. Al instalarse la Escuela de Nueva York, los que
no se naturalicen “gringos” comienzan a ser excluidos y “van patrás”, aunque
Federico había crecido en su infancia durante la Revolución en San Antonio,
dijo, lo peor que puedo hacer es ser “gringo”.
¿Es por eso que Federico se regresa a México? Así
es, Federico se regresa de nuevo a México trayéndose consigo a un notable
coleccionista que es el encargado de llevar las obras a todos los museos de los
Estados Unidos, el Dr. Mackinley Helm, que es el primer especialista en arte
mexicano. El Dr. decide financiarle dos proyectos a Cantú, uno para San Miguel
de Allende y el otro para Los Angeles, siempre ellos llevaron una muy buena
amistad.
¿Cómo entra tu abuelo a las grandes colecciones que
se estaban formando en México? Licio Lagos fue uno de los importantes
coleccionistas en México, su colección se dividió al final, una parte la
integran la Colección Banamex y, la otra, la Colección ING, (que antes fuera
América-BANAMEX). Gracias a la gestión del Dr. Mackinley, las obras de Cantú
integran ambas colecciones. Él también hizo llegar a los museos de los Estados
Unidos, no sólo trabajos de mi abuelo, también de Carlos Mérida, Zúñiga,
Tamayo, Guerrero Galván, Meza, María Izquierdo, Juan Soriano, Leonora
Carrington, Montenegro, El Corcito y Ortiz Monasterio entre otros, todo esto
junto con Inés Amor de la Galería de Arte Mexicano. Por eso Federico Cantú
aparece en todas las colecciones de arte antiguo.
¿Por qué las nuevas generaciones desconocen la obra
de Cantú y de otros grandes de la plástica de esos tiempos?
Porque todos ellos ya han muerto. La idea y todas las conexiones se perdieron,
los únicos que sobrevivieron fueron los longevos. Tamayo sobrevivió y llevaba
una dinámica más adelante al igual que Luis Nishizawa, que es de la época, y
aún lo tenemos entre nosotros. Las nuevas generaciones no tienen idea también
por la falta de difusión de las autoridades, por eso y porque mi abuelo, que
atesoraba todo, hizo tres publicaciones que nunca las comercializó. Por otro
lado, los libros de arte en México no se reeditan, se convierten en grabados
raros.
¿Qué ha pasado con la obra mural privada que realizó
tu abuelo? Para mala fortuna en la años en que gobernaba
Ernesto Zedillo, éste decide comprar la casa del Chato Noriega en la que
había unos murales de Federico, a su esposa no le gustaron esos murales y el ex
presidente decide deshacerse de ellos, entramos en esos tiempos a una
administración que no le interesó la obra de Cantú. También sucedió con la casa
de Benito Coquet, quien es el hacedor del IMSS, en cuanto a su acervo pictórico
y escultórico, los herederos de Coquet deciden también prescindir de dos
batallas en mural (La Caída de Troya y La Batalla de Tenochtitlan) que
se encontraban en esa casa, ambas de la autoría de mi abuelo. En esa ocasión
interviene el INBA y se logra que las compre Natividad González a nombre del
Estado de Nuevo León, una se va a la Pinacoteca y la otra al Museo de Historia,
además de una tercera pieza que se la queda el Museo Fundidora. La cuarta obra
mural de esta casa necesitaba un desprendimiento, un strappo, para sacarla
completa de ahí, pero el INBA y la directora de CONACULTA en ese momento, Sari
Bermúdez, se cruzan de brazos y mejor permiten derrumbar la casa perdiéndose
esa cuarta obra mural (El Quinteto de Ángeles Músicos). En el sexenio
del presidente Vicente Fox, me acerqué al Secretario de Educación para
corregirles la ausencia en la guía sobre murales que estaban preparando, de la
obra Los Informantes de Sahagún, que está en la Pinacoteca Virreynal, y
claro que se habían olvidado, pues el mural lo tienen cubierto por un plástico.
Está en el Centro de Arte Alameda y como tenían que hacer proyecciones en la
institución, pues lo tapan y las realizan sobre el mural de Cantú. En el
gobierno de Canales Clarión en Nuevo León, abandonan el mural El Flechador
del Sol, al no darle el mantenimiento que necesitaba y se pierde al
permitirse su derrumbe. Fueron gobiernos muy crueles con el arte.
¿Qué acervo dejó el maestro Federico Cantú? De
caballete y escultura hay aproximadamente 300 temas, algunas veces manipulaba
las fundiciones agregando y suprimiendo, logrando variantes sobre el mismo
tema, en el caso de los grabados también, son unas 200 placas, las manipulaba
como cuatro veces, hay placas que están muy retocadas, el grabado de La
Última Cena tiene cinco versiones diferentes, todas realizadas sobre la
misma placa a lo largo de 30 o 40 años. Él hacía eso: evolucionaba, al cambiar
de pincel, cambias de trazo, de buril. Otro ejemplo es La Mona Casandra,
que era como su Gioconda, su Mona Lisa, hay alrededor de 25
versiones diferentes de esa obra. Tenemos identificables unos 2,000 óleos,
dibujos son muchos, de la época de París hay unos seiscientos trabajos,
proyectos a su muerte tenemos la Iglesia de la Universidad Intercontinental
(UIC), ahí están el Vía Crucis, cada pasaje tenía un proyecto y a veces
hasta dos, al igual que la sección de los 14 proyectos de vitrales. Encontramos
unas ilustraciones para la edición de un libro de Renato Leduc, y en cuanto a
las Madonnas del IMSS, hay unas 60 piezas grandes, sin contar con las obras en
museos y galerías de los Estados Unidos.

Federico Cantú murió el último domingo del mes de enero de 1989 en la ciudad de México. Sus restos reposan al pie de una de sus obra maestras Dios padre y crucifixión, en la capilla de la Universidad Intercontinental en la ciudad de México.
http://ernestolozano.artelista.com http://blogs.razon.com.mx/deartesvi... |